Resurgir de las cenizas...

«Un viaje de diez mil kilómetros empieza por un solo paso»

    Proverbio chino

Comenzar una nueva etapa  implica no sólo el mero hecho de planteárselo, ni siquiera la motivación e ilusión que tengamos, sino que también, y sobre todo, requiere el absoluto convencimiento, el compromiso verdadero, el esfuerzo y la constancia.

El presente artículo va dirigido a todos aquellos que se hayan propuesto un cambio de rumbo, que necesiten «resurgir».

Según nuestra experiencia personal y profesional, solemos afrontar el cambio inicialmente con mucha motivación y con la seguridad aparente de poder conseguirlo. Comenzamos el proceso llevados de la mano de un impulso, una especie de chispazo acompañado de mensajes tales como «mañana empiezo», «el uno de tal mes voy a cambiar», «este año no me pasará lo mismo», etc. Si no somos conscientes de los pasos que contempla el cambio, es muy probable que ese entusiasmo no sea suficiente para alcanzar nuestros objetivos, y que, con la misma facilidad con que emergió, esa fuerza se diluya hasta desaparecer, dando la espalda a todo eso que nos habíamos planteado inicialmente. Las palabras pueden sonar muy bien, pero se esfuman en el aire si no las convertimos en hechos.

Cambiar, crecer, mejorar, evolucionar, es mucho más que fijarse una fecha en el calendario. Implica revisar nuestras actitudes y conductas, lo que nos decimos a nosotros mismos (pensamientos), ser consciente de nuestras capacidades y limitaciones, el aprendizaje de los errores así como el ser capaces de sortear los diversos obstáculos que nos puedan sorprender por el camino. Si no contemplamos dichos aspectos, podemos encontrarnos pasado el tiempo en el punto de partida, sumidos en el estancamiento, en la crisis, y con mayores niveles de frustración e insatisfacción. Dejémonos de excusas, de falsas promesas, e iniciemos ese viaje.

Revisar nuestras actitudes:

– El cambio no es sólo cuestión de voluntad, imposición o convicción, es cuestión de compromiso, esfuerzo y perserverancia.

– El tiempo que implique la consecución de nuestra meta no se da de forma lineal ininterrumpida, se da en forma de zig zag, contemplando subidas y bajadas, leves retrocesos e impulsos hacia adelante. Lo importante de retroceder, de fallar, es el porqué y la capacidad que tengamos para aprender de ello. ¿Qué supondría una vida sin fallos, sin problemas, sin crisis ni obstáculos? No es recomendable presionarnos fijándonos a priori un tiempo, el plazo ha de ser flexible. El tiempo ha de servirnos como orientación, no como una presión (con esto no queremos decir que tenemos todo el tiempo del mundo, porque ese otro extremo también iría en nuestra contra).

– Aprender de la experiencia. Contemplar el pasado, realizar una lectura rápida de nuestos movimientos, de nuestras vivencias y de nuestros errores, es necesario para avanzar. No se trata de regodearnos en lo vivido, de lamernos las heridas, de caminar llevando sobre los hombros el peso de lo que ya no se puede cambiar. Vivir sin tener en cuenta el pasado constructivamente es vivir asumiendo el riesgo de volver a cometer determinados errores. No cargar con el pasado es una cosa, negarlo, obviarlo o minimizarlo es otra muy distinta.

– ¿Quién soy? Una pregunta que, si bien puede parecernos muy simple e incluso absurda, muchas veces puede quedarse sin respuesta o hacernos tambalear y hasta tartamudear. Autoconocerse es de vital importancia, quizás el existir y el vivir no suponga  más que desvelarnos ese pequeño y gran misterio. ¿Imaginamos un final del camino sin tener la respuesta? Se trata de analizar y tener en cuenta nuestras virtudes o capacidades y nuestros defectos. Quizás poseamos algo positivo y valioso que no hemos potenciado o aplicado a nuestro favor. De la misma manera, tal vez haya algún aspecto en nuestra forma de ser o funcionar que nos imposibilite el desarrollo personal y la consecución de objetivos, siendo necesarios su cuestionamiento y reajuste.

 – Eliminar o alejarme de todo aquello que no me permite avanzar, esto puede implicar determinadas personas que se encuentran en nuestra vida.  La distancia de aquello que nos hace daño no sólo puede ser física sino que también puede ser psicológica o emocional, esto es, aprender a que ciertas conductas o comentarios de los demás no nos afecten tanto. Hemos de tener presente que el cambio de los demás no nos concierne, sólo el nuestro, pero sí podemos decidir/elegir cómo reaccionar o interpretar sus acciones. Si no sabemos cómo hacerlo o tenemos dificutad, es aconsejable pedir ayuda.

– ¿Qué quiero? ¿Qué me gusta? ¿Qué necesito? ¿Qué me impide conseguir eso que anhelo? ¿Con qué medios cuento para alcanzar ese fin? Todas estas preguntas forman parte de lo que podríamos denominar «plan de acción» o «plan de superación personal». Puedes coger un papel y trazar en él, como si de un mapa para encontrar un tesoro se tratase, cada elemento, cada camino, los pros y los contras, las necesidades, los posibles obstáculos y la forma en que podríamos vencerlos, etc. Planificarse es fundamental a la hora de cambiar.

– Nuestra meta ha de cumplir una serie de requisitos: ser sincera, personal, clara, concreta, realista, medible y divisible.

SINCERA: algo que realmente deseemos hacer, cambiar, mejorar o conseguir.

PERSONAL: algo que no nos sea impuesto por nada ni nadie, que sea nuestro.

CLARA y CONCRETA: plantearse una meta de forma clara, definida y concreta ayuda a tener éxito porque nos permite identificar lo que queremos conseguir, sin dejarnos llevar por planteamientos vagos, difusos y complejos que puedan confundirnos.

REALISTA: que se encuentra dentro de nuestras capacidades, de lo contrario estaríamos dirigiéndonos al fracaso y la consecuente frustración.

 MEDIBLE  y DIVISIBLE: que se puedan concretar las etapas y los medios que contempla eso que queremos conseguir. Una meta se puede dividir en submetas, en etapas. De esta manera, el proceso de cambio nos parecerá más ligero, favorenciendo a nuestra tolerancia a la frustración y a la constancia, y nos podremos concentrar más y mejor en cada una de los pasos, aumentando la calidad de nuestras acciones así como del aprendizaje que impliquen.

– ¿Por dónde empiezo? Tener bien definidos el punto de partida y el punto final, y todo aquello que se encuentra entre uno y otro. Es importante atender a las prioridades, seguir el orden adecuado.

– Evaluar los logros y reforzarnos positivamente en cada consecución, esto aumenta la motivación y favorece a la constancia. 

Como vemos, cambiar no es sólo una cuestión de fecha, ilusión o voluntad, sino que además implica análisis, planificación, compromiso (con nosotros mismos), esfuerzo, a veces sacrificio o renuncia a otras cosas y constancia.

Iván Hernández

Centro de Atención Multidisciplinar

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