La procrastinación es un trastorno del comportamiento que consiste en el hábito de posponer o postergar situaciones o acciones, sustituyéndolas por otras más agradables o irrelevantes.
Todos posponemos cosas en un momento determinado, ya que a veces no podemos responder eficazmente ante todas las demandas que se nos presentan en el día a día. Posponer algo de manera puntual no tiene nada de malo, el problema surge cuando esta conducta se da de un modo generalizado y no responde a causas justificadas o al establecemiento de prioridades sino a una cuestión de irresponsabilidad, de estrés, de baja tolerancia a la frustración, inatención, impulsividad, vagancia o comodidad.
Este síndrome o patrón de conducta desadaptivo tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el miedo al cambio, el dolor, la incomodidad o intolerancia al estrés. Se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado por el individuo ante una tarea pendiente. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, desagradable, peligroso, difícil, aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro. Cuando el individuo pospone siente inmediatamente un alivio, una descarga de ansiedad, reforzándose positivamente la conducta y conformándose un círculo vicioso (estrés-posponer-alivio-éstrés…).
También puede ser un síntoma de algún trastorno psicológico, como la depresión, algún trastorno de ansiedad o TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad).
Detrás del hábito de posponer pueden encontrarse espequemas mentales y actitudes disfuncionales relacionadas con el perfeccionismo, la autoexigencia elevada y la baja tolerancia a la frustración. Es importante revisar lo que nos decimos a nosotros mismos, lo que pensamos, cuando postergamos algo que es importante. Detrás de esas «excusas» o autojustificaciones puede encontrarse el verdadero motivo de ese comportamiento.
Puede que se posponga más unos aspectos que otros. Hay personas que postergan más cuestiones relacionadas con la burocracia, otras con la salud, otras con lo doméstico y otras con los social o familiar. Ello puede responder a determinadas dificultades o barreras que la persona presente en un área vital específica.
La procrastinación, en particular, es un problema de disciplina o autorregulación y de gestión eficaz del tiempo. Para solucionarlo es importante, entre otras cosas, lograr una adecuada organización del tiempo, concentrándose en realizar las tareas importantes que tienen un plazo de finalización más cercano, es decir, establenciendo prioridades y llevar a cabo las acciones comenzando por lo más urgente. Quien pospone o procrastina una decisión, por no sentirse preparado o seguro, por ejemplo, suele argumentar que «lo hará después «… en cuanto tenga tiempo», mostrando en el fondo una conducta evitadora.
A continuación, podrás ver un enlace del programa REDES que trata este hábito.